El Servicio Autónomo Hospital Universitario de Maracaibo (SAHUM) felicita a médicas y médicos que hoy celebran su día, comprometidos con la sanación y la vida. El presidente eterno Hugo Chávez Frías siempre fue acucioso en consolidar las bases que permiten fortalecer la formación académica constante y permanente para estos profesionales, debido a la importancia vital para brindar apoyo a las mujeres y hombres de todas las comunidades del país, quienes reciben servicio médico de alta calidad y totalmente gratuito desde que se impulsó el Gobierno revolucionario en la República Bolivariana de Venezuela.
Con batas blancas o verdes los encontramos a diario dispuestos para escuchar cada dolencia de las personas que confían en sus conocimientos y así recibir indicaciones de los pasos a seguir para descubrir el origen del malestar y salir con un récipe cargado de esa fórmula que al seguirse al pie de la letra, seguramente traerá el bienestar buscado.
Son las médicas y médicas, quienes celebran hoy su día en honor al natalicio del doctor José María Vargas, quien nació en 1786, y durante toda su vida trabajó con vocación en función de la vida de todos los seres humanos sin distinción de raza, credo ni clases sociales.
Profesionales, formados bajo el juramento Hipocrático, que hacen ante sus colegas y ante la comunidad. Este juramento es de carácter ético, con el propósito de orientar la práctica de su oficio. Al parecer fue redactado por Hipócrates, médico de la Antigua Grecia, considerado una de las figuras más destacadas de la historia de la medicina conocido como “El Padre de la Medicina”.
La última adaptación de este juramento se redactó en la convención de Ginebra, con el texto siguiente:
“En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica, me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad.
Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento del que son acreedores.
Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones.
Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí.
Mantendré, en todas las medidas de mi medio, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica. Mis colegas serán mis hermanos.
No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase.
Tendré absoluto respeto por la vida humana.
Aún bajo amenazas, no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad.
Hago estas promesas solemnemente, libremente, por mi honor”.
Prensa SAHUM María Elena Araujo Torres